lunes, 23 de mayo de 2016

Stanley miller

STANLEY MILLER 

capaz de resolver uno de los mayores misterios de la naturaleza: el origen de la vida. Por aquel entonces, un joven investigador llamado Stanley Miller tuvo la genial idea de reproducir en un matraz las condiciones que supuestamente se dieron cita en la Tierra primigenia. Introdujo en el recipiente de cristal algo de amoníaco, metano e hidrógeno -la atmósfera original- y lo llenó de agua -los océanos-. Después, lanzó pequeñas descargas eléctricas que simulaban rayos primitivos, mientras un calentador mantenía el agua a la temperatura necesaria. A los pocos días de aquella ocurrencia, el matraz empezó a llenarse de una sustancia viscosa y rojiza. Miller encontró que era una pasta rica en aminoácidos, los ladrillos fundamentales de la vida responsables de la creación de proteínas.
La euforia del momento fue enfriándose con los años, según iban apareciendo nuevos hallazgos sobre las condiciones vitales primigenias. "El problema del origen de la vida -confiesa Miller- se ha manifestado como algo mucho más difícil de resolver de lo que otros muchos científicos y yo habíamos pensado en un principio." 
Según hoy sabemos, la atmósfera de hace casi 4.000 millones de años no contenía tanto metano y amoniaco como intuyó el joven químico de Chicago, y tampoco debió de ser tan favorable para la síntesis de compuestos orgánicos. 

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